
¿Cómo evita nuestro sistema inmunitario dañar al propio organismo?

¿Puede el sistema inmunitario atacar al propio organismo? ¿Y cómo lo evita? La respuesta, objeto de las investigaciones premiadas el lunes con el Nobel de Medicina, permite comprender mejor las enfermedades autoinmunes y también da pistas sobre ciertos tipos de cáncer.
- ¿Qué han descubierto? -
El Nobel de Medicina 2025 premia el descubrimiento de unas células inmunitarias con una función única: los "linfocitos T reguladores", conocidos como "Treg".
Para comprender su función, hay que recordar la doble misión de nuestro sistema inmunitario. Este debe detectar lo que no funciona bien en nuestro organismo, por ejemplo, una infección por un virus, y destruir la causa.
Pero nuestro cuerpo no debe volverse contra sí mismo y eliminar células sanas. Si es capaz de distinguir entre ambas, es en gran parte gracias a las células reguladoras.
"Permanecen a la espera en nuestro organismo para mantener a raya al sistema inmunitario si ataca lo que no debe", dice a AFP Jonathan Fisher, inmunólogo de la University College London, que ve en este descubrimiento una "enorme contribución" a la comprensión de nuestra inmunidad.
- ¿Cómo funcionan estas células? -
El funcionamiento de las células reguladoras de la inmunidad fue descubierto en dos etapas por los investigadores galardonados este lunes: primero, en los años 1990, por el japonés Shimon Sakaguchi, quien estableció su existencia, y luego, a principios de los años 2000, por los estadounidenses Mary Brunkow y Fred Ramsdell, quienes detallaron sus fundamentos genéticos.
Se trata de los linfocitos T, que constituyen una de las dos grandes familias de células inmunitarias junto con los linfocitos B. Mientras que los B actúan a través de anticuerpos, los T atacan directamente a los intrusos en nuestro organismo.
Estas células T son generadas por nuestro timo, un pequeño órgano situado en la parte superior del tórax. Durante su creación, se les enseña a no atacar a las células sanas.
Pero esta etapa no es suficiente: a pesar de esta primera selección, los linfocitos T se descontrolarían rápidamente si no contaran, entre sus propias filas, con un contingente destinado a controlar la acción de sus semejantes.
Estos linfocitos reguladores "secretan sustancias que calman el sistema inmunitario inhibiendo los linfocitos asesinos", explica Divi Cornec, inmunólogo del Instituto Nacional de Investigación en Salud y Medicina de Francia.
- ¿Qué implicaciones concretas tiene? -
Este descubrimiento resulta crucial para comprender las enfermedades autoinmunes, en las que el sistema inmunitario se vuelve contra el organismo.
En varias enfermedades autoinmunes, como la esclerosis múltiple, "se ha descubierto que un defecto en los linfocitos T reguladores provocaba una enfermedad más grave", precisa Cornec.
Pero el descubrimiento de estas células tiene un "alcance muy amplio", que va más allá de estas patologías, subraya.
Las células Treg no solo perjudican al organismo cuando no están suficientemente presentes. También pueden tener un impacto en él si resultan demasiado eficaces e impiden que el sistema inmunitario desempeñe su función legítima.
Este es el caso de algunos tipos de cáncer, en los que se detecta un gran número de linfocitos reguladores en los tumores. También se sospecha que existen mecanismos similares en la persistencia de algunas infecciones, como el covid prolongado, aunque dicho mecanismo aún no se ha demostrado.
En otro ámbito importante, "los linfocitos T reguladores desempeñan un papel crucial en la prevención del rechazo de los órganos trasplantados", señala Cornec.
- ¿Qué terapias? -
Muchos investigadores intentan ahora desarrollar medicamentos a partir de los conocimientos sobre los linfocitos T reguladores.
Para combatir las enfermedades autoinmunes, como el lupus, siguen dos vías principales: estimular la producción de estas células en el organismo o administrarlas directamente. En oncología también se están llevando a cabo investigaciones, para atacar el exceso de células reguladoras.
Pero, en general, estas investigaciones se encuentran aún en una fase precoz y aún no dieron lugar a terapias que beneficien a los pacientes.
"Existe una gran brecha entre, por un lado, comprender científicamente nuestro sistema inmunitario o manipularlo en el laboratorio y, por otro, desarrollar un medicamento que tenga un efecto constante y beneficioso en los seres humanos y que, al mismo tiempo, sea seguro", admite Fisher.
D.Ferrer--HdM